viernes, 8 de marzo de 2019

Crónicas de un Conde I


  1. ¡Dios te salve, María!

Hola, soy María,
Y les voy a contar una pequeña historia llena de amor, templanza, complicidad y “- Ruuuy  yyyiii-ruiii,”  …Realidad. 

A finales de junio del siglo XXI  conocí un apuesto, hermoso y guapo Príncipe azul, - -bueno,  ahora que lo pienso, no era ni príncipe, ni guapo, ni hermoso.  
…era un viejo pobre, mísero y devaluado conde francés.

Su elegancia, comprensión y distinción llegó en un momento oportuno a mi vida, porque hacía un tiempo, había perdido la sonrisa. 
Infructuosamente recorrí – a pie-  todos los puntos “Lost & Found” de Madrid en un intento de recuperarla ¡pero fue inútil!  …estaba confinada a los ejercicios fisioterapéuticos para recuperarme de una parálisis facial.

Este caballero salido de un cuento de hadas, como si de una mariquita mágica se tratara me cautivó con su fino encanto, palabras suaves y delicados detalles. Con tantas finezas hizo resurgir una nueva sonrisa que brotó de mi corazón.  - Con mi nueva sonrisa, ya estaba preparada para transmitir una especie de felicidad espontánea,…pero mi intuición de mujer salvaje emitía un cierto temor por el “Devenir”.

Haciendo remembranza, resalto: 
En medio de un calor infernal propio del mes de Julio, el enamorado conde me propuso matrimonio, me trasmitió su ilusión por casarse desde el ritual de la Iglesia Católica,  y también me dispuso tareas, como la de llevar su fundación para resaltar su rancio abolengo, hacer una base de datos de personal apto para distinciones (ósea, entrega de medallitas), emprender eventos culturales y sociales, actualizar la página de internet del marques, borrar la traición a la monarquía en el pasado, encontrar la amistad con Simón Bolívar, etc. etc. También debía organizar todo lo referente a mi traslado a la nueva ciudad Luz,  -vieja ciudad para él-, donde se localiza su ajado castillo del siglo XIX, ya que para enero de 2019, debíamos estar casados, siendo felices y comiendo perdices.

                             Como en todo cuento de hadas, fueron pasando los días y entre los encuentros surgieron desencuentros. Un día entra a nuestra historia una vieja y verrugosa bruja malvada de-fina contextura, con su secuaz ayudante Michelin,… - realmente eran más viejas que brujas y lo que tenían de malvadas se transmutaba en arpía-. ¡En fin!, se convirtieron en la conciencia diablística ubicada dentro del oído interno del conde enamorado comprometido y feliz.

Esta Bruja reputada le entregó una manzana de color miel de abeja, contenía además de egoísmo, discriminación, ignorancia y falta de credibilidad. 
Esa conciencia consuetudinaria le gritaba que una Condesa Plebeya no es apta para alguien de cuna blanca, porque incumpliría tres de los mandatos noblísticos de la ley: Mentirás, Robarás, Matarás. Todo esto ya estaba enmarcado, escrito, registrado y publicado en la obra “Guías paralel@s”, del Maestro Tacheko!. 

El conde enamorado, comprometido y feliz, (en adelante el “conde”) decidió esperar, haciendo más promesas incumplibles, intentando convencer de algo a alguien,  que solo en su mente existía. 

Puso todos sus inmuebles debajo de la cama, legó al gato las vacas, los conejos y el rosal de la ventana, y cosió la pensión de vejez en medio de la almohada, todo con premura, pues debía cumplir lo ordenado por la vocecilla de su oreja. 

Por otro lado,  se fue asegurando de apagar mi alegría, llenándola de abatimiento y angustia, con acotaciones desafortunadas, que gracias a los vientos de levante y los vientos de poniente llegaron a mis oídos en forma de torbellino, y con ellos a mis ojos, pudiendo comprobar con mi suave tacto la bandeja de entrada y el historial de www.olpranger.fr

¡En fin! como el libro “si no lo has roto, rómpelo!”, rompió la promesa de una vida juntos en amor y respeto 
-Justo allí comenzó a imponerse para que me trasladara inmediatamente a sus dominios sin promesa alguna, renunciando a lo mucho que yo tenía (dignidad) y someterme a sus pretensiones, como si de un Barba azul se tratare!
Ya sin promesa, sin amor y sin respeto, quise ver su verdadero ser. Esperé que se durmiera y comencé a desnudarlo. 

Lo primero que le quité fue su sombrero: observé su calva brillante, sus pecas pequeñas, los furúnculos de cebo, los ciento treinta y cuatro pelos castaños a distribución.

Lo siguiente que le quité fue su título: descubrí una montaña de mugre pegada y bolas de materia fecal que se desmoronaron al desplegar la nobleza, convirtiéndose en un cerro de mondongo viscoso y blanquecino.

Sin Sombrero y sin Título, se pudo ver lo poca cosa que había dentro de sí, un soporte más común que corriente, un machito egoísta, manipulador, abusador, inconsecuente. Alguien que carecía de credibilidad.

Era un hombre vestido en elegancia, un CONDE-nado a la soledad, avariento y sediento de servilismo con poder para la humillación.

Entonces  mi sonrisa se quiso perder nuevamente, pero ya sabía  que no la encontraría en la oficina de “Objetos perdidos”, porque ella siempre manará. Desaparece por instantes para dar descanso a nuestra alegría, volviendo a resurgir en cualquier momento propicio.

Como toda historia, deja una enseñanza. La de hoy quedó muy bien aprendida!

Como veréis, soy una coma en un libreto y ahora me convierto en un punto final.

Y esta es la historia de alguien que suspiró al comienzo: ¡Que Dios te salve, María! y María se salvó de caer en el mal.  Y colorín colorado este cuento se ha acabado.