lunes, 23 de agosto de 2021

La Princesa y la Luna

En una noche de luna llena, mientras buscaba un lucero espiritual, observé una hermosa princesa sin tiara, de suave ternura, delicada sonrisa y armonioso andar. Esa reina sin séquito, cada noche se


acercaba a la playa para ver el mar y hablar con la Luna buena, además de contarle su día y su forma de pensar. 

Pero una tarde la princesa se percató de la pérdida de una cualidad,…  su sonrisa había desaparecido y entonces le embargó un profundo pesar.  Lloraba y lloraba, entre sollozos contaba a la Luna buena la considerada pérdida fatal, pues sin sonrisa no había alegría y sin alegría ya no podría bailar. 

La luna apesadumbrada le dijo: “niña pequeña, en mi zona Oeste, tengo una oficina de objetos perdidos, sube, pregunta por tu sonrisa por si la han depositado allí”. A todas éstas, razonó la princesa, le dijo “pero mi querida Luna, yo no sé volar y es muy alto para llegar hasta ti”. A lo cual respondió la Luna buena: “Por eso no te preocupes, ¡Ven! Ponte debajo de mí”. 

Y la Luna utilizó la energía de la gravedad para abrir un espacio muy grande y muy largo en la mitad de la mar, dejó caer un collar de aviones para que la princesa se pudiera elevar. La princesa corrió y subió por la escalera que desplegó un Capitán. Cada escalón, con alegría impulsaban sus pies para abordarla, sin mucho afán. 

Subió, subió, y detuvo de repente su acelerado andar. Resplandeció su rostro sorpresivamente al ver semejante lugar. Era una aeronave muy bien distribuida y ordenada, que en ningún tiempo había visto jamás. 

Muchas filas de sillas, luces en el suelo, ventanas pequeñas, botones, pasillo para andar, cocina integrada, comida especial, Tablet de once pulgadas individual, muy adecuado para que, llegar al destino sea de agradar. Siguió unos pasos y suspiró aliviada, intentando aspirar la experiencia vital. 

Para asignar su asiento, sorteo un “Pinto” que a falta de azafatas se dispuso a escoger, “pinto pinto gorgorito dónde vas tú tan bonito a la vera verdadera pim, pam, pum, fuera!”. 

Con este sorteo le correspondió la silla número treinta y tres. Se sentó correctamente, se abrochó el cinturón de seguridad y un casquito del techo cayó y se alargó hasta su mirar. 

Se puso el casco de viaje interespacial, las gafas, y la máscara de oxígeno preparó para que, en el momento oportuno poderlos usar. 

En unos segundos la fila de aviones comenzó a despegar. En su asiento la princesa, muy seria, va en la mitad… ¡Fiiihhhhuuuuuuhhhhhhh!. Alzaron el vuelo en bello compás. 

Niebla, estratus, cúmulus, - ¡cuántas nubes ve al pasar!, alfostratus, cirrustratos, cirros, nimbuestratus tormentosos. 

Ya casi el primer cielo dejará atrás. Mira hacia abajo y ve hormigas por coches, cubos por casas, figuras geométricas por fincas y parcelas. Pronto solo ve puntos y manchas. 

Ya casi no distingue ni un solo pajar. Arriba el cielo azul muy oscuro, segundo empíreo parece llegar. Resalta a su vista la casa en el aire con letrero grande, de nubes muy blancas, y sale a la puerta Adalúz a saludar. 

Sigue ascendiendo y en su ventana aparece un Señor Superior de toda bondad, con mirada pacífica. Resplandeciente mueve su mano marcada de un clavo, sonríe a la princesa y permite su transitar. 

Y recordó la princesa a Alejandro Durán, que dijo hace mucho tiempo atrás: “como dios en la tierra no tiene amigos,…como no tiene amigo vive en el aire”, Que desdicha, pensó “si estuviera en la tierra todo sería un continuo vibrar” 

Ingresan al cosmos, ve estrellas fugaces, destinos gigantes, luces fijas, polvo estelar y más. …Se puso las gafas, la máscara de oxígeno, según protocolo de seguridad, y así fue sintiendo la falta de la gravedad.

La princesa en un esfuerzo llevó la mano a su boca, comprobando sus labios, por si algo denota…¡pero no!, falsa alarma, aun sin gravedad su sonrisa no quería hasta su rostro llegar. 

A los trescientos ochenta y cuatro mil cuatrocientos kilómetros recorridos dentro de la órbita lunar, los capitanes de las naves ya se disponen Alunizar, tomados de las alas en posición de descenso, bajan en vertical. ¡Fiiiiiiahhhaaaaaaaaahhhhhhhhh! Automáticamente, cinturón, escalera, puerta y ventanas de avión abrieron con espontaneidad, y del casco en su cabeza en toda su frente resaltó una luz con fuerte brillar. 

Salió la princesa muy lentamente, bajó con cautela y curiosidad. 

Una vez pisado la Luna, se arrodilló lentamente y la besó en la frente con naturalidad,…levantóse con cuidado y miró alrededor, maravillándose de tan hermoso sector. 

Caminó hacia la puerta principal, cruzó la frontera de la zona internacional. 

Entonces la ciudad comenzó a despertar, la luz gradualmente fue tomando lugar sonidos, pitos, ruidos, voces normales se empezó a notar. 

Echó un vistazo y vio la hermosa Tierra que tenía detrás, le guiñó un ojo, le lanzó un beso y le dijo “en un rato volveré a retornar”. 

Mientras tanto, se centraba en la misión a cumplir, de intentar lo que fuera para volver a sonreír. Pocos saben lo mal que es perder una sonrisa de repente,…se va la luz, te embarga una pena, te cubre una bruma, te atrapa la cama, y ya no quieres cena. 

No quieres perfumes, ni baños en rosas, solo hacerte daño sin importar lo de afuera. …Pero en un esfuerzo, un poco infrahumano, tú pides ayuda a Dios o al Diablo. Si es atendido, depende de quién, será el resultado deseado o indeseado por la población del ser que le juzga “bien”. 

La princesa siguió su camino a la gran ciudad. 

Ubicándose correctamente, fue derecho por la calle Donoso Cortés, cruzó a la izquierda por el número diez, topándose de frente con la estación del tren. A su derecha estaba el anuncio: “Perdidos & Encontrados”. 

Había setenta y siete mil setecientos setenta y siete veces una fila más larga que la que pueda haber en un concierto de Shaky, y le correspondió a la princesa el número de atención veinte mil trescientos dos.

Una vez en la cola, al que estaba delante le preguntó, ¿Has perdido algo?, le dijo: “Si, un reloj”. Al de atrás también le preguntó y le dijo “Si, un Ipad”. 

Notó que lo perdido eran elementos tangibles y por un momento dudó en encontrar su “sonrisa” apreciado. 

Pasaron unos minutos y vio correr un perro detrás de NeKo (El gato de Ivonne), que llevaba en su boca una “sonrisa Vil”, y pensó “Estos dos deben ser los encontradores de objetos”, -pero, ¡No! -Se dijo, “esa no es mi sonrisa, la mía es menos senil”. 

Los siguió con la mirada y vio como los cachorros entregaban aquella “sonrisa Vil” en facturación. 

Al pasar otra vez por su lado gritó la princesa “¡Un momento por favor!” Perro y gato se detuvieron y escucharon con atención: “¿podéis ayudarme a encontrar mi sonrisa? la he perdido quizá en un zaguán”, prosiguió la princesa. 

Neko se puso su sombrerito rojo, lamió su patica, peinó su bigote y con cara de investigador preguntó: “¿Dígame la última vez que usted fue feliz?” “No lo sé…” respondió. “Creo que el domingo, en la fiesta cuando bailaba de cachetío un jarabe tapatío con amigos y mis tios, interpretado por Mariachis en el patio de mi casa”, dijo la princesa, 

“Aaa jaaaahhhhh, es posible que se te haya caído allí mismo” dijo el gato que mirando al perro asintió con su mirada. 

Bruno y Neko salieron corriendo como bala disparada a toda velocidad por la calle principal. 

Pasaban los minutos y los trabajadores del local estaban ocupados laborando arduamente para desalojar a la gente y prestar un buen servicio a la comunidad internacional lunar. En un momento observó que la fila abrió un espacio ampliamente, algunos solicitantes se iban apartando y un gran vacío fueron dejando. 

Se trató de un ventoseo que ninguno reclamó y al irse disipando la cola nuevamente se fue organizando. -Jummp “A alguno se le escapó” pensó la princesa en medio de su tristeza y melancolía. No se puede actuar con entereza si lo delata la fisiología. 

El avance del turno continuaba lentamente, como en una procesión a la Virgen de Asunción. 

Era una como una “manda” a cumplir correctamente, con dos pasos hacia atrás y tres pasos hacia el frente. 

De repente, el joven de delante se quitó las sandalias, las dejó en el suelo conformando una “V” que indicaba el este, se sentó tranquilamente y se clasificó como obstáculo de circulación por cansancio recurrente. 

En el avance de los pasos le tocó a la princesa dar un salto sobre el “fresco” de enfrente, porque éste se quedó dormido profundamente, y entre salto y salto, de toda la gente fue relegado al lugar diez mil quinientos cuarenta y siete. 

Un silencio de diez minutos pudo disfrutar seguidamente, y de pronto sobresalió un altercado muy fuerte, eran una pareja de casados. Ella gritaba enojadamente sobre una presunta infidelidad no delatada. “…y ese mudo ayudante tuyo, alcahuete de tu engaño, - le pregunto si me mientes, y no dice nada el canalla” chillaba la mujer,…y de atrás de la fila sale una voz: “¡que va a decir señora mía, si es mudo el desgraciado!” …Toda la gente reía al unísono, por la intervención del defensor espontáneo en tan curiosa discusión. …Todos menos la princesa, que ya no tiene disposición. 

Pasaban las horas y el gentío agotado se impacientaba. 

Unos abandonaban la cola y otros con relevos la controlan. 

Ya casi amaneciendo vienen de vuelta perro y gato cargados con material encontrado, traían, laptops, móviles, gorras, mochilas, chaquetas, plantas, robots, collares, un trozo de pan y hasta una niña rosada.

 “¿Has encontrado mi sonrisa?” preguntó la pequeña – “todavía no princesa,… ¡todavía no! - Aparecerá cuando sea conveniente, porque las cosas no son del dueño, sino de quien las necesita”… contestó Neko muy serio. 

Ya iba la princesa por el número mil, y pasaban los minutos, perro y gato también, tantas vueltas y vueltas era una historia sin fin, hasta que le tocó su turno y llegó al mostrador finalmente. 

La dependienta preguntó: -¿Pérdida? 

-“Una Sonrisa” - respondió. 

-¿Día? - “Quizá el domingo, víspera de lunes” 

- ¿Hora? - “Tal vez a las dos” 

- ¿Descripción? - “Era una sonrisa muy limpia y sincera” 

En eso la mujer miro detenidamente a los ojos de la Princesa y preguntó ¿Se lavaba los dientes todos los días? -“Siiiiiiiii”, agregó la princesa, “con Colgate control Activo”. “¡Muy bien! – No te agobies Todo lo que se pierde allá en tu tierra, aquí aparecerá”. 

La dependienta terminó de rellenar la ficha describiendo el objeto perdido, imprimió una carta tipo, cerró la consulta enviado un email y finalizó el expediente, en ese instante Perrito y Gatito traían en su boca la más hermosa y dulce de las sonrisas. 

“¿Es la tuya?” Preguntó Neko, alzando su sombrero y quitándose el sudor de los pelos de su frente “Siiii, ¿dónde la habéis encontrado?”. Preguntó contenta la princesa, “en tu casa, debajo de la cama, era custodiada por dos perritos hermanos, Pipo y Moli, que impidieron el paso de las hormigas, para que no fuera mordisqueada”. 

Inmediatamente, la hermosa princesa instaló la sonrisa en su lugar y no hacía más que reír y reír a carcajadas, bailar y cantar. 

Repartía besos y abrazos con mucha felicidad. 

Agradeció a la Luna su hospitalidad, al servicio de transporte por la eficiencia y eficacia de la compañía para viajar, al punto “lost & found” lunar le extendió una felicitación por escrito por su excelente actuar …y a esta servidora por la narración actual. 

Después de agradecer fue hacia a la puerta principal de la ciudad, cruzó la frontera de la zona internacional, entonces la urbe comenzó a dormitar, fue apagándose la luz gradualmente, hasta oscurecer completamente y el murmullo de su gente disminuyó hasta no oírse nada más. Siguió avanzando, alzó la vista y de frente estaba la Tierra en su lugar. Guiñó el ojo nuevamente y lanzó un beso y le dijo “ya estaré de vuelta hacia ti, la misión ya la cumplí”. 

Se arrodilló lentamente y besó a la Luna en la frente, subió la escalera del avión que desplegó el capitán. Cada escalón con alegría impulsaban sus pies para abordarla sin mucho afán, cuidando de su sonrisa, para que no se vuelva a extraviar. 

Miró con admiración a la Luna buena, que en breve se iría a descansar. Bruno y Neko la observaban a lo lejos con alegría y emoción. 

Entró a la aeronave, se dirigió a su silla número treinta y tres. Se sentó correctamente, se abrochó el cinturón de seguridad, dispuso la gafas y la mascarilla de oxígeno para después poderlas usar, y la Tablet de once pulgadas activó los programas para que durante el viaje le pudiese agradar. Cinco, cuatro, tres, dos, uno ¡Fiiiiihhhhhuuuuuuhhhhhhhhhh! Despegó de la Luna el collar de aviones con mucha velocidad, la princesa hermosa iba sentada en la mitad, con destino final al planeta Tierra, donde tiene su casita rural. 

La aeronave ingresa al cosmos, ve estrellas fugaces, destinos gigantes, luces fijas, Polvo estelar y más,…se puso las gafas, la máscara de oxígeno según protocolo de seguridad, y fue sintiendo nuevamente la falta de la gravedad. Sigue avanzando velozmente y en su ventana aparece el Señor Superior de toda bondad, con mirada pacífica. Resplandeciente mueve su mano marcada de clavo, sonríe a la princesa y permite su transitar. 

Abajo el cielo azul muy oscuro, segundo empíreo parece dejar, resalta a su vista la casa en el aire con letrero grande de nubes muy blancas y sale a la puerta Adalúz para saludar. 

Mira hacia abajo y ve puntos y manchas. Muy pronto hormigas por coches, cubos por casas, figuras geométricas por parcelas y fincas. Ya distingue todo hasta un pajar. Al primer cielo está por entrar. 8 Nimbuestratus tormentosos, cirros, cirrustratos, alfostratus, cúmulus, estratus, niebla,… cuantas nubes ve al pasar. La princesa en un esfuerzo llevó la mano a su boca, comprobando sus labios, por si algo denota… ¡Si, allí está su Sonrisa! A los trescientos ochenta y cuatro mil cuatrocientos kilómetros recorridos dentro de la órbita lunar, los capitanes de las naves ya se disponen a Aterrizar. 

Tomados de las alas en posición de descenso, bajan en vertical. ¡Fiiiiiiahhhaaaaaaaaahhhhhhhhh! Aterrizaba Automáticamente, cinturón, escalera, puerta y ventanas de avión abrieron con espontaneidad, y el casco en su cabeza se recogió lentamente por encima de su mirar, hacia el techo siguió, la cabina se abrió lo guardó y cerró. 

Salió la princesa, bajó la escalera y sonriendo suspiró, intentando aspirar la nueva experiencia vital y recordando la moraleja de este relato corto. 

El asunto es “No Claudicar”. …y así fue como en una noche de luna llena, mientras buscaba un lucero espiritual, observé una hermosa princesa sin tiara, de suave ternura, delicada sonrisa y armonioso andar

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