jueves, 28 de abril de 2022

EL LAGO DE MARTA

Había una vez un hermoso lugar, desembarcaron por aire, tierra, agua y mar muchos representantes de la onomástica real.

La primera en llegar fue la oferente, se trataba nada más y nada menos de la hermosa princesa Marta, proveniente de Irlanda, paraíso de infantes e infantas.

Ésta se alojó en la residencia de la reina Madre (mujer amable y atenta caracterizada por dejar a buen recaudo el retorno de los invitados), y con su fiel amiga Laika.

Mi tren con destino al lugar hermoso- L Maggiore, se detuvo en sus rieles y al tocar tierra descubrí un espacio maravilloso, de naturaleza amplia, luz intensa y arboles frondosos.

Pasado unos minutos un coche llegó, eran la princesa con dos nobles personalidades. Le dí un abrazo fuerte a Marta por los años que tenía sin verle y entonces se inició la presentación:

- Buenas, soy Mariví, duquesa de mi casa y del Colibrí.

- Y yo soy Teresa la marquesa aunque suene a mucha rareza.

En mi turno dije mi título, nombre y profesión: -

Condesa, Gagawaá, indígena kogui.


- ¡Juntas al coche! Una voz emitió.

Nos llevaron al alojamiento. Un apartamento blanco muy blanco, con grandes ventanas y tres habitaciones, una grande, una mediana y una pequeña.


Duquesa, Marquesa y Condesa sentáronse en la gran mesa

¡Un bolígrafo! - solicitó la Marquesa

¡Tome usted! - le entregó la condesa


...en una servilleta anotó: 1, 2, 3 lo dividió en trozos, los arrugó y sorteó.

...y así sucedió la asignación de los aposentos, con mucha suerte y buena resignación.


Paseamos, cenamos, descansamos, desayunamos y en la tarde del día siguiente en el salón de belleza las arreglaron hasta que sopló el viento y se despeinaron.

Llegado el momento del traslado en Vaporetto, olvidamos recado- velitas de número- lo único indicado y tres cabezas que no recordaron.

Una vez en el barco “todos los invitados al cumpleaños de Marta” éramos muy rubios, morenos, mestizos, azules, blancos, verdes hablábamos diferentes idiomas pero una sola lengua, la connotativa, la de la implicación y evocación.

La Música sostuvo el tiempo en el espacio, y desde entonces mantiene el recuerdo claro y con gozo por un rato.

La Cena permitió con el compartir que nos fijáramos en los ojos del otro y descubrir a través de ellos una nueva sonrisa producto del devenir.

El Lago mostró su inmensa calma y carácter puntual, nos hizo amarle ...y comprender el confeso amor de Marta por el agua.

...Melodías, canciones, tabla de quesos, cestas de pan, aceite untado, platos, mas platos, postre, discurso elocuente, baile, alegría por doquier y vuelta al descanso.

...Taxi retrasado, zapatos destrozados, incluyendo un resfriado.


La fiesta se acabó, el retorno se acercó, despedidas y abrazos…


Y fue así en un hermoso lugar, embarcaron por aire, tierra, lago y mar

muchos representantes de la onomástica real.





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